Na 176° edição do programa radiofônico ALACAZUM PALAVRAS PARA ENTRETER que ocorreu no dia 23 de maio de 2010, transmissão pela Rádio Clube de Valença 650 KHZ AM apreciamos o belo conto de Jorge Luis Borges.
O historiador arábico o Xeique relata este fato:
“Contam os homens dignos de fé (porém só Alá é onisciente e poderoso e misericordioso e não dorme) que existiu no Cairo um homem possuidor de riquezas porém tão magnânimo e liberal que perdeu tudo, menos a casa de seu pai e que foi obrigado a trabalhar para ganhar o pão. Trabalhou tanto que o sonho o levou uma noite debaixo de uma figueira de seu jardim e viu no sonho um homem encharcado que retirou da boca uma moeda de ouro e lhe disse: tua fortuna está na Pérsia em Isfajan. Vai busca-la! Na madrugada seguinte despertou e iniciou uma longa viagem e enfrentou os perigos dos desertos, dos navios, dos piratas, dos idolátras, dos rios, das feras e dos homens. Chegou enfim a Isfajan mas no interior dessa cidade a noite o surpreendeu e se deitou a dormir no pátio de uma mesquita. Havia junto a mesquita uma casa e pelo decreto de Deus todo poderoso, uma quadrilha de ladrões atravessou a mesquita e entrou na casa e as pessoas que dormiam se despertaram com os ruídos dos ladrões e pediram socorro. Os vizinhos também gritaram até que o capitão dos guardas daquele distrito socorreu com seus homens e os bandidos fugiram pelo telhado. O capitão vasculhou a mesquita e encontrou o homem do Cairo e lhe aplicou tantas chicotadas com vara de bambu que ficou quase morto. Dois dias depois recuperou os sentidos no cárcere. O capitão mandou buscar e lhe disse: Quem é você e qual a sua pátria? O outro respondeu: Sou da famosa cidade do Cairo e meu nome é Mohamed Al Magrebi. O capitão lhe perguntou: O que te trouxe para Pérsia? O outro optou pela verdade e lhe disse: Um homem me ordenou no sonho que viesse a Isfaján por que aqui estava minha fortuna. Já estou em Isfaján e vejo que esta fortuna que prometeu deve ser os acoites que tão generosamente me deste.
Ante semelhantes palavras, o capitão riu. Riu bastante e disse:
Homem desatinado e crédulo, três vezes eu sonhei com uma casa na cidade do Cairo em cujo fundo há um jardim e no jardim um relógio de sol e depois do relógio de sol uma figueira e logo após a figueira uma fonte e abaixo da fonte um tesouro. Não dei ouvido a essa mentira. Tu, entretanto, subiu na garupa de um animal e saiu feito um demônio, vagou de cidade em cidade confiante no sonho. Não quero te ver mais em Isfaján. Toma estas moedas e vai!
O homem recebeu as moedas e partiu para sua pátria. Debaixo da fonte de seu jardim (que era a do sonho do capitão) desenterrou o tesouro. Assim Deus lhe abençoou, o recompensou e o exaltou. Deus é generoso, o oculto.
Jorge Luis Borges- História universal de la infâmia. Traduzido do espanhol para o português por Celeste Martinez
Historia de los dos que soñaron
El historiador arábigo El Ixaquí refere este sucesso:
“Cuentan los hombres dignos de fé (pero solo Alá es omnisciente y poderoso y misicordioso y no durme), que hubo en El Cairo um hombre poseedor de riquezas, pero tan magnânimo y liberal que todas las perdió menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió uma noche debajo de uma higuera de su jardín y vio em el sueño um hombre empapado que se saco de la boca uma moneda de oro y le dijo: “ Tu fortuna está en Pérsia, em Isfaján; vete a buscarla”. A la madrugada siguiente se desperto y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de las naves, de los piratas, de los idólatras, de los rios, de las fieras y de los hombres. Llegó al fin a Isfájan, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir em el pátio de uma mezquita. Había, junto a la mezquita, uma casa y por el decreto de Dios Todopoderoso, uma pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron com el estruendo de los ladrones y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió com sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo, y lê menudearon tales azotes com varas de bambu que estuvo cerca de la muerte. A los dos dias recobro el sentido em la cárcel. El capitán lo mando buscar y le dijo: “ Quien eres y cuál es tu pátria?” El outro declaro: “Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed El Magrebí”. El capitán le preguntó: “Qué te trajo a Pérsia?” El outro opto por la verdad y le dijo: “Um hombre me ordeno em um sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy em Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben ser los azotes que tan generosamente me diste”.
Ante semejantes palabras, el capitán se rio hasta descubrir las muelas del juicio y acabó por decirle: ”Hombre desatinado y crédulo, três veces he somado con una casa em la ciudad de El Cairo em cujo fondo hay um jardín, y em el jardín um reloj de sol y después del reloj de sol uma higuera y luego de la higuera una fuente, y bajo la fuente um tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tu, sin embargo, engendro de uma mula con un demônio, hás ido errando de ciudad em ciudad, bajo la sola fé de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas moneda y vete.”
El hombre las tomo y regresó a la pátria. Debajo de la fuente de su jardín ( que era la del sueño del capitán) desenterro el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompenso y exalto. Dios es Generoso, el Oculto.
El historiador arábigo El Ixaquí refere este sucesso:
“Cuentan los hombres dignos de fé (pero solo Alá es omnisciente y poderoso y misicordioso y no durme), que hubo en El Cairo um hombre poseedor de riquezas, pero tan magnânimo y liberal que todas las perdió menos la casa de su padre, y que se vio forzado a trabajar para ganarse el pan. Trabajó tanto que el sueño lo rindió uma noche debajo de uma higuera de su jardín y vio em el sueño um hombre empapado que se saco de la boca uma moneda de oro y le dijo: “ Tu fortuna está en Pérsia, em Isfaján; vete a buscarla”. A la madrugada siguiente se desperto y emprendió el largo viaje y afrontó los peligros de los desiertos, de las naves, de los piratas, de los idólatras, de los rios, de las fieras y de los hombres. Llegó al fin a Isfájan, pero en el recinto de esa ciudad lo sorprendió la noche y se tendió a dormir em el pátio de uma mezquita. Había, junto a la mezquita, uma casa y por el decreto de Dios Todopoderoso, uma pandilla de ladrones atravesó la mezquita y se metió en la casa, y las personas que dormían se despertaron com el estruendo de los ladrones y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron, hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió com sus hombres y los bandoleros huyeron por la azotea. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el hombre de El Cairo, y lê menudearon tales azotes com varas de bambu que estuvo cerca de la muerte. A los dos dias recobro el sentido em la cárcel. El capitán lo mando buscar y le dijo: “ Quien eres y cuál es tu pátria?” El outro declaro: “Soy de la ciudad famosa de El Cairo y mi nombre es Mohamed El Magrebí”. El capitán le preguntó: “Qué te trajo a Pérsia?” El outro opto por la verdad y le dijo: “Um hombre me ordeno em um sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy em Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben ser los azotes que tan generosamente me diste”.
Ante semejantes palabras, el capitán se rio hasta descubrir las muelas del juicio y acabó por decirle: ”Hombre desatinado y crédulo, três veces he somado con una casa em la ciudad de El Cairo em cujo fondo hay um jardín, y em el jardín um reloj de sol y después del reloj de sol uma higuera y luego de la higuera una fuente, y bajo la fuente um tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tu, sin embargo, engendro de uma mula con un demônio, hás ido errando de ciudad em ciudad, bajo la sola fé de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas moneda y vete.”
El hombre las tomo y regresó a la pátria. Debajo de la fuente de su jardín ( que era la del sueño del capitán) desenterro el tesoro. Así Dios le dio bendición y lo recompenso y exalto. Dios es Generoso, el Oculto.
(Del Libro de la 1001 noches, noche 351)
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